jueves, 1 de noviembre de 2007

Verónica y Hugo.

Pequeña historia acorde a las fechas.


"Verónica y Hugo"


7:30 p.m.

Verónica esta ansiosa. Hace meses que lee su blog, es como una estrella de rock, inteligente y seguro. Le escribió: “adoro tus textos”, le contó su vida y envió una fotografía. El exquisito cínico contestó: “Preciosa, pero veo poca carne”. Acordaron una cita.
Peina sus cabellos negros y perfuma su pálido cuerpo de adolescente. Fantasea con que él sea la familia que no conoció, quien diga: “descansa en mí, llora si debes”. De pronto, la misma sensación de hace días, un intenso calor baja por su pecho hasta el sexo, un dolor placentero. Se ruboriza, le avergüenza que Hugo le provoque tanto. Es el indicado, tiene que ser, ¿verdad mi pobre niña?.

8:30 p.m.

Hugo observa la noche desde la ventana. Ella contaba su vida en el último correo. Soledad, dolor y una fotografía. Demasiado delgada, ¿sería suficiente?, debió elegir una más voluptuosa. Repasa la última línea: “puede ser el comienzo de algo lindo“. “No lo sabes bien, querida”, piensa, y en su rostro inexpresivo aparece algo parecido a una sonrisa.

11:30 p.m.

Salen abrazados de “La Encrucijada”. “Lástima, estuvimos muy poco, la bebida me mareó”, “¿a dónde vamos?”. “Es una sorpresa”, contesta él sin emoción.

12:00 a.m.

“Asusta, no se ven carros”. “¿Para que los quieres?”, pregunta comenzando a tocarla.
Sabe lo que él espera, no quiere pasar por niña. Le hierve la sangre cuando la toca. Pensamientos románticos se mezclan con deseos primitivos, no quiere que pare, quiere sentirlo.
La besa, bajando hasta el cuello. Ella no puede más. De nuevo el estallido de dolor y placer entre sus piernas. Demasiado deseo. No siente la primera mordida.

12:30 a.m.

A medio carcomer, sangra los tapetes del bien cuidado auto. Que caro resulta un acostón estos días.

Por el monte, una figura delgada y medio desnuda, que vagamente recuerda a una niña, corre a cuatro patas. Cerca, dos enamorados se besan.

Los ojos rojos de Verónica los miran, saca la lengua como un perro y lame la sangre fresca alrededor de su boca. No, ya no tiene hambre, ya nunca sentirá hambre de nuevo. Da la vuelta y se pierde en las entrañas de la noche.

4 comentarios:

Lolita Terechkova dijo...

Demasiadas filias para mi gusto y mira que... yo tengo las mías.

Damián de Victoria dijo...

No entendí.

Lolita Terechkova dijo...

¿Exorcista? Me gustaría un exorcista sexual... ¿puede usted hacer ese trabajo?

jaaa

Damián de Victoria dijo...

Puedo y lo haré.